jueves, 11 de noviembre de 2010

La ética protestante y el espíritu del capitalismo

Max weber en este libro ha unido dos trabajos que había elaborado hace algún tiempo; ambos pretenden aproximarse en alguna medida a la determinación del influjo de ciertos ideales religiosos en la constitución de una “mentalidad económica”; apegándonos al caso preciso de los nexos de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético. Uno de los aportes importantes de Weber es que el elaboró varios trabajos similares a este, su objetivo era encontrar y explicar los nexos que las religiones más importantes que han existido en el mundo guardan con la economía y la estructura social del medio en que surgieron; ya que para él de esa forma es posible declarar cuáles son los elementos de la ética económica religiosa de Occidente imputables a dichas circunstancias sociológicas.

La introducción de este libro él la denomina “el problema”. Comienza por señalar que ha existido un Occidente-Centrismo; –término acuñado por mi persona- en la producción de conocimiento; por ejemplo el dice que pareciera que solamente en los países occidentales existe y ha existido “ciencia” en aquella etapa de su desarrollo aceptada como “válida”. Lo mismo dice al respecto con otros ejemplos de Astronomía, geometría, ciencias naturales, la medicina, arte etc. Él se pregunta ¿Qué serie de circunstancias ha determinado que sólo sea en Occidente donde hayan surgido ciertos sorprendentes hechos culturales, los cuales parecen señalar un rumbo evolutivo de validez y alcance universal? Siguiendo esta línea de ejemplos él quiere llegar a señalar que el funcionario especializado; como piedra angular del Estado y de la economía moderna en Europa, es producto occidental y que en otra parte a este funcionario especializado no se le ha dado nunca tanta importancia para el orden social como en el occidente.

Él dice que el deseo de lucro, como la tendencia a enriquecerse son tendencias que se encuentran presentes en todos los estratos sociales y en todos los tiempos así como en todos los rincones de la tierra, en cualquier situación que ofrezca una objetiva posibilidad de conseguir un fin de lucro; por lo que señala que es necesario abandonar esa concepción ingenua del capitalismo. También dice que es necesario diferenciar capitalismo de un acto de “economía capitalista”; para él este acto se apoya en la expectativa de una ganancia producto del juego de recíprocas posibilidades de cambio, en clásicas probabilidades pacíficas lucrativas, lo cual no es nuevo y siempre ha existido.

Weber dice que en Occidente existe un tipo de capitalismo desconocido en cualquier otra parte del mundo: La organización racional-capitalista del trabajo básicamente libre. Para él, en cualquier otro lugar no existen más que atisbos, embriones de ello. Ahora, para que existiera esta organización racional moderna del capitalismo europeo, señala que hubo la intervención de dos factores determinantes en su evolución: por un lado la bifurcación de la economía doméstica y la industria; y la consecuente contabilidad racional y esta última se encuentra de manera sustancial condicionada por las posibilidades técnicas de realizar un cálculo con precisión. En concreto Weber dice que la diferencia con el capitalismo Occidental es que este ha brindado a la vida económica un derecho y una administración dotándolos de esta exactitud clásica técnico-jurídica. El punto que a llevado a Max Weber hacer todo este análisis es el llegar a preguntarse: ¿Cuál es la causa de la existencia de dicho Derecho? Para él en esta evolución del Derecho actuaron, otros elementos –aparte de los que ha mencionado a lo largo de la introducción- y otras fuerzas y que son esas a las cuales él quiere llegar y donde el protestantismo tiene lugar a este espacio de análisis.

El primer capítulo lo titula “confesión y estructura social”. Él comienza por señalar que al examinar las estadísticas profesionales de países en los que existen credos religiosos, sobresale con frecuencia el fenómeno de la índole protestante que se distingue en las propiedades y empresas capitalistas y en las esferas superiores de las clases trabajadoras. El menciona diferentes causas históricas que considera importante mencionar. Entre ellas una de las más fuertes que menciona es la ruptura con el tradicionalismo. Él dice que evidentemente, la ruptura con el tradicionalismo económico da la impresión de ser el excepcional momento propicio para que en el espíritu surja la duda ante la tradición religiosa y decida enfrentarse a las autoridades impuestas por la tradición. Entre otros ejemplos más menciona la notoria diferencia en la clase de enseñanza que lo hijos de padres católicos reciben de en comparación con la de los protestantes.

Uno de sus argumentos centrales en este capítulo lo encontramos vertido en el siguiente artículo:

“…que las minorías nacionales o religiosas puestas en calidad de “oprimidas” frente a otros grupos calificados como “opresores”, debido a que, por propia voluntad o irremediablemente se ven excluidos de los puestos influyentes en la política, emprenden por costumbre la actividad industrial, que favorece a sus miembros mejor capacitados a convertir en realidad un deseo en cuyo logro no puede ayudar el Estado teniéndolos a su servicio…” (Weber: 1979, 18)

Weber dice que los protestantes tanto en calidad de oprimidos u opresores, como en mayoría o minoría, han revelado siempre una singular inclinación hacia el racionalismo económico, inclinación que no se manifestaba antes ni ahora entre los católicos en ninguna de las circunstancias en que puedan hallarse. Él dice que.

“…El católico siendo el más tranquilo, el menos dotado de afán adquisitivo, tiene preferencia por una vida bien asegurada aunque los ingresos en ella sean de menos cuantía que los que pudiera redituarle una vida de incesantes peligros y exaltaciones tras los honores y las riquezas adquiridos eventualmente. Si analizamos el refrán que reza: comer bien y dormir tranquilo, vemos que el protestante es quien se decide por lo primero, en tanto que al católico le gusta más dormir tranquilo…”(Weber: 1979, 19)

Al final el dice que si se pretende hallar un nexo entre ciertas manifestaciones del protestantismo y de la cultura capitalista moderna, será en sus características netamente religiosas. El segundo capítulo él le ha llamado “El espíritu del capitalismo”; para explicar a qué se refiere con espíritu el cita y se basa en un texto de Benjamin Franklin donde se trasluce este espíritu capitalista. Posteriormente weber se extiende argumentando y cuestionando la moral y ética de Franklin dilucidad en ese texto, y al mismo tiempo cuestionando “ambas” en los países occidentales. Posteriormente habla de la diferencia entre el espíritu capitalista y el pre capitalista y da algunos ejemplos. Un elemento importante que él menciona contra el cual el capitalismo occidental tuvo que luchar fue lo que podría calificarse como “tradicionalismo”. El no hace una explicación definitiva a este fenómeno; solo da algunos ejemplos como que al trabajador no le importó ganar menos con tal de no trabajar más, es decir la aspiración del individuo no es ganar más y más dinero, sino continuar su existencia pura y llanamente como siempre lo hizo, obteniendo sólo lo necesario para pagar sus gastos.

Posteriormente la siguiente idea que desarrolla es que con el “nuevo” tipo de formación religiosas –protestantismo- están las probabilidades prácticas de mejorar la lentitud tradicionalista que esta lo posibilita. Hasta aquí dice Weber, las observaciones con respecto al capitalismo actual -que ha señalado- resultan de gran utilidad para el interés de la indagación de cómo pudieron ser factibles, en la época en que surgieron, estos nexos de la aptitud capitalista para acoplarse con los elementos religiosos. Al finalizar Weber, habla de la relación del desarrollo del protestantismo con el desarrollo del racionalismo y en consecuencia del capitalismo; sin embargo en este segundo capítulo no termina de dilucidar el meollo del título de su libro.

Weber, Max                    “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”
Capitulos I y II
Tlahuapan, Puebla México
1979

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