miércoles, 16 de junio de 2010

Cuerpo, parentesco y poder entre los Baruya de Nueva Guinea

En este ensayo Godelier dice que entre las representaciones que los Baruya tienen del cuerpo humano se propone examinar particularmente aquellas que conciernen al proceso de concepción y de crecimiento de los niños. Para ello el comienza hablando de qué es un niño para los Baruya, él dice que para ellos los niños son el producto de la unión sexual de un hombre y una mujer y de la intervención del sol, poder cósmico que al desprenderse de la tierra con la cual estaba mezclado y elevándose sobre ella, seguido por la luna, puso fin a las primeras edades del universo y estableció el orden cósmico que ha reinado hasta nuestros días. La luna, según las versiones esotéricas del mito Baruya que señala Godelier, es la esposa del sol, pero en las versiones esotéricas del maestro de los chamanes, la luna es el hermano pequeño del sol y ambos se encuentran en el origen de la sucesión de las estaciones y del éxito o fracaso de los cultivos. Si el sol desciende muy cerca de la tierra, todo lo que crece arde y se seca; si es la luna, el mundo se vuelve frío y húmedo. Podemos ver según señala Godelier que entre los Baruya existe un fuerte misticismo y creencia en las fuerzas de la naturaleza en las diferentes esferas de su vida.


Al respecto de la fecundación y desarrollo de los niños Godelier explica que este es concebido cuando el semen del hombre penetra en una especie de saco de bilum, “tandatta” que está en el vientre de la mujer y allí se encuentra encerrado y el semen produce los huesos del niño y su esqueleto; por otra parte la piel proviene del hombre y de la mujer y la sangre parece crecer a medida que el embrión se desarrolla. Como “la piel” significa también la carne en baruya, el hombre produce el esqueleto –la cabeza, las manos y los pies, partes esenciales del individuo- y una parte de la carne y la mujer produce otro tanto. Godelier señala que el recién nacido no es solamente el producto de la unión de un hombre y una mujer, pues en el curso del embarazo el sol interviene para dar al embrión su forma definitiva, él lo termina al hacer crecer los dedos de las manos y de los pies y fabricar la nariz, la boca y los ojos.

Godelier después de dar una vasta descripción de las ideas y concepciones de los Baruya entorno a la relación de pareja y las leyes que los rigen en diferentes actividades de su vida – relaciones coitales, la menstruación de la mujer etc- señala que un cuerpo humano entre los baruya está habitado por un espíritu o por muchos. Para ellos el espíritu es cualquier cosa que se encuentra alojada en la cabeza, bajo la cima del cráneo. El espíritu de un individuo se aloja muy tardíamente en su cuerpo y este espíritu es a menudo el de un antepasado que vuelve al cuerpo de algunos de sus descendientes. Godelier dice que algunos meses después del nacimiento de un niño, cuando se está seguro de que vivirá y el padre ha hecho un don ritual a su familia materna, al linaje de su esposa, entonces se le da un primer nombre, y se guarda en secreto todavía el segundo, el gran nombre que él o ella llevará después de haber sido iniciado(a). Este nombre es el que llevaba su abuelo o su tío abuelo, su abuela o su tía abuela, según se trate de una hembra o un varón. Existe entre los Baruya transmisión de nombres entre individuos de un mismo linaje que pertenece a generaciones alternas.

Por otra parte entre los baruya se entierra o se expone a los muertos en una especie de tierra de nadie, en el flanco de una montaña, la cabeza volteada hacia sus territorios de caza y sus ríos. Una de la ideas centrales entorno a la muerte para los baruya es que la tierra nutre a los hombres, pero los hombres abonan con su carne la tierra que dejan a sus descendientes; Godelier dice que si bien los baruya conciben la agricultura como una especie de pasaje del salvajismo a la civilización, ellos hacen de la muerte la condición de este pasaje. Por otra parte también denota que los baruya eran caníbales que se comían a sus enemigos y no solamente a los guerreros más valientes, muertos en combate, cortaban sobre el campo de batalla los brazos y las piernas de un cierto número de cadáveres; por lo que, para los baruya el cuerpo humano no es solamente fuerte y bello es igualmente apetecible.

Mas adelante Godelier señala que para los baruya el poder de los hombres está formado por la adición y conjunción de los poderes masculinos y femeninos. El poder de los hombres reside en su semen, que hace los huesos y da fuerza, pero es en el vientre de las mujeres donde crecen los niños y son ellas quienes los traen al mundo y los educan. Él dice que los hombres actúan colectivamente fuera de las relaciones de parentesco y del círculo de los padres para producir y reproducir su fuerza, su identidad, su superioridad sobre las mujeres. Godelier se extiende hablando de cómo es el trato de los hombres baruya con las mujeres baruya y como estas relaciones en cierto sentido y áreas han sido de violencia sobre las mujeres al grado de a veces matarlas.

Por otra parte Godelier habla de La penetración de la manera de existir juntos en el cuerpo de los baruya –tal como nombre el tercer apartado de su ensayo-. Él comienza hablando de el ritual de iniciación de los jóvenes haciendo un adescripción y análisis del mismo. Posteriormente él habla de las relaciones de propiedad, de pertenencia y de dominación implicadas en las representaciones baruya del proceso de concepción de un niño, al respecto dice que entre los baruya el padre representa al “ genitor” del niño y la madre del niño a su “genitora”, el primero contribuye a la concepción su semen –en baruya, lakala alye, agua del pene- y la segunda con su carne. El semen produce los huesos, el armazón del individuo y este igualmente nutre al feto en el vientre de la mujer. La relación entre semen de hombre y carne de la mujer es, pues según lo señala Godelier, una relación entre dos sustancias complementarias, pero en la cual una tiene un poder fecundante y nutritivo superior a otra, y lo que nos dicen estas representaciones es que el hombre es superior a la mujer, pero que su unión es necesaria.

Por otra parte Godelier dice que el doble papel dado al semen parece legitimar el hecho de que los niños pertenezcan al padre –y a los parientes paternos por el semen del padre- y corresponde al modo de descendencia que domina en la organización de las relaciones de parentesco entre los baruya, la descendencia a través de los hombres, el principio patrilineal de descendencia. La madre y los familiares de la madre tienen igualmente derechos sobre esos niños, porque han nacido de su carne. Él dice que al hermano de la madre se lo llama apia unié (tío de pecho), para distinguirlo de los tíos maternos clasificatorios, y sus hijos, los primos cruzados matrilinealmente de Ego, se llaman “primos de pecho” y por el contrario, los primos cruzados patrilaterales; los hijos de la hermana del padre, se llaman “primos del hígado” (kalé). Un año después del nacimiento de un niño, cuando se cree que sobrevivirá, el padre ofrece un puerco, sal y otros presentes al hermano de la madre y a partir de ese día, puede ver el rostro de su hijo, que hasta entonces le había sido ocultado y hasta entonces el niño comienza entonces verdaderamente a pertenecerle. Por último el niño es descendiente de los dos grupos, pero no pertenece más que a uno, el del padre, aunque el de la madre tenga también derechos y obligaciones muy importantes con él.

La terminología de parentesco baruya es de tipo iroqués según lo señala Godelier y distingue, con respecto a Ego, a los primos paralelos y a los primos cruzados. Si nos ponemos en el punto de vista de un Ego masculino, no puede desposar a ninguna de sus primas paralelas patrilaterales, pues ellas pertenecen al mismo linaje que él y descienden del semen de los mismos antepasados y una unión tal sería considerada como incestuosa y castigada con la muerte. Puede desposar una prima paralela matrilateral, con la condición de que la madre de la joven no haya estado casada con un hombre del linaje del muchacho.

Posteriormente Godelier habla de las representaciones baruya del crecimiento y del desarrollo de un niño, él dice que a los ojos de los baruya, una niña crece más fácil y rápidamente que un varón, la prueba es que cuando una niña tiene sus primeras reglas su cuerpo está ya en pleno desarrollo, mientras que los varones de su edad son todavía pequeños y delgados. Existe una especie de carrera entre niños y niñas donde las niñas ganan. A diferencia de las hijas, que dan a los baruya la impresión de desarrollarse casi solas cerca de su madre y en el seno de la familia, para llegar a ser hombres y ser finalmente más fuertes que las mujeres, los muchachos necesitan ser separados de su madre y recibir una enorme cantidad de cuidados y de fuerzas que les son prodigados por el conjunto de los hombres gracias a la intervención de los hombres del Kwaimatnié, por el sol y los otros poderes sobrenaturales, la luna, las pléyades, etcétera. Godelier agrega que entre los baruya si el niño es varón, en primer lugar la fuerza que le dan los dones reiterados de semen de los iniciados mayores que él, lo nutren en la casa de los hombres; y si es una niña, esta fuerza le vendrá de la leche que le dan las mujeres que acaban de ser madres. Hay también la savia (simiente-leche) de los árboles, que los padrinos de cada iniciado aspiran en su boca para darla a beber al niño. Godelier Señala de paso que todo iniciado baruya tiene dos padrinos de edad diferente, tomados en general de su linaje materno y de los cuales uno es considerado “como su madre” y el otro “como su hermana”. Para Godelier las funciones maternas se encuentran, transferidas y traspuestas en el mundo de las iniciaciones, pero masculinizadas.

Así, por la conjugación de todas estas fuerzas que Godelier ha descrito hasta aqui, se reproduce la estructura de la sociedad baruya y sus jerarquías: la que existe entre los hombres y las mujeres y la que existe entre los grandes hombres y los demás. Al final de este ensayo Godelier se plante la pregunta ¿Qué es lo que justifica, a fin de cuentas, ante los ojos de los baruya, tal diferencia de estatus y de destino entre hombres y mujeres? Ël dice que según su nvestigación hay dos grandes razones: las mujeres no tienen semen y de su cuerpo se escurre regularmente sangre menstrual. Dos razones negativas, pero diferentes, la ausencia de semen es negativa por privación, la presencia de sangre menstrual es negativa por su acción misma.

Al finalizar Godelier dice que se puede señalar un hecho fundamental, entre los baruya la diferencia entre el cuerpo del hombre y de la mujer, diferencias anatómicas y psicológicas, sirven para enunciar y sellar el destino social de cada uno. El cierra su ensayo dejando el debate abierto en torno a una pregunta ¿hasta dónde llega la lógica en el juego y la variedad de “lógicas” simbólicas, sociales y materiales que son las sociedades?
Bibliografía
Godelier, Maurice, Cuerpo, parentesco y poderes entre los Baruya de Nueva Guinea en: Cuerpo, parentesco y poder. Perspectivas antropológicas y críticas, Quito, Abya Yala, 2000, p. 19-89.

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