sábado, 26 de junio de 2010

Un Mundo Desbocado: los efectos de la globalización en nuestras vidas

Anthony Giddens

     Anthony Giddens se introduce a este capítulo haciendo una reflexión acerca de que existe una revolución mundial sobre cómo nos concebimos a nosotros mismos y cómo formamos lazos y relaciones con los demás y que esta avanza desigualmente en diferentes regiones y culturas con muchas resistencias. Giddens dice que existen pautas similares casi en cualquier lugar en cuanto a la familia, los matrimonios y los divorcios y que lo único que varía es el grado y el contexto cultural en el que se desarrollan. Él pone el ejemplo de China donde el matrimonio y la familia son mucho más tradicionales, es un acuerdo entre dos familias, fijado por los padres en lugar de por los individuos afectados. Él señala un estudio reciente en la provincia de Gansu, de bajo nivel de desarrollo económico, donde se descubrió que un 60 por 100 de los matrimonios eran todavía concertados por los padres. Este autor señala que hay situaciones paradójicas en la China que se moderniza, muchos de los que se divorcian ahora en los centros urbanos se habían casado a la manera tradicional en el campo.

     Este autor dice que en China se habla mucho de proteger la familia, pero que aun así en muchos países occidentales el debate es aún más ruidoso, pues esta institución conforma un ámbito para los conflictos entre tradición y modernidad, pero también es una metáfora de ellos. Hablando de la familia tradicional el autor dice que ésta sobre todo es una unidad económica. Él señala que en la Europa medieval el matrimonio no se contraía sobre la base del amor sexual, ni se consideraba como un espacio donde el amor debía florecer; además dice que la desigualdad de hombres y mujeres era intrínseca a la familia tradicional. Un ejemplo de ello lo menciona al señalar que durante gran parte de la historia los hombres se han valido amplia, y a veces conspicuamente, de amantes, cortesanas y prostitutas, pero al mismo tiempo tenían que asegurarse de que sus mujeres fueran las madres de sus hijos y lo que se ensalzaba en las chicas respetables era la virginidad y, en las esposas, la constancia y la fidelidad. Aunque en la familia tradicional no eran sólo las mujeres las que no tenían derechos, tampoco lo tenía los niños. Abonando a sus argumentos, él señala que excepto en ciertos grupos elegantes o de élite, la sexualidad en la familia tradicional estaba dominada por la reproducción; era una cuestión de tradición y naturaleza combinadas, un ejemplo de ello es que en muchas culturas tradicionales, incluida Europa occidental hasta principios del siglo XX, una mujer podía tener diez o más embarazos durante su vida.

    Por otra parte él habla de la homosexualidad. Él dice que las actitudes hacia esta estaban regidas por una mezcla de tradición y cultura y que las sociedades que han sido hostiles a la homosexualidad la han condenado normalmente por considerarla intrínsecamente antinatural. Las actitudes occidentales han sido de las más extremas; hace menos de medio siglo la homosexualidad era considerada, en general, una perversión, y así venía descrita en manuales de psiquiatría. Sin embargo Giddens señala que en las últimas décadas los elementos esenciales de la vida sexual en Occidente han cambiado decisivamente de forma absoluta. La separación entre sexualidad y reproducción es, en principio, total; la sexualidad que solía definirse tan estrictamente en relación al matrimonio y a la legitimidad, tiene ahora poca conexión con ello y para el autor esto es un resultado lógico de la ruptura entre sexualidad y reproducción.

     Para Giddens lo que en la mayoría de los países occidentales sus defensores llaman la familia tradicional fue, en realidad, una fase tardía, transicional, en el desarrollo familiar durante la década de los años cincuenta; aunque ya para esta época la familia había dejado de ser una entidad económica, y la idea de amor romántico como base del matrimonio había reemplazado al matrimonio como contrato económico y es de entonces la familia ha cambiado aún mucho más. Al respecto dice que sólo una minoría de gente vive ahora en lo que podríamos llamar la familia estándar de los años cincuenta -ambos padres viviendo juntos con sus hijos matrimoniales, la madre ama de casa a tiempo completo y el padre ganando el pan-, porque en algunos países más de una tercera parte de todos los nacimientos tienen lugar fuera del matrimonio.

     Giddens dice que en la actualidad gran parte de la vida familiar se ha transformado por el desarrollo de la pareja. Él dice que hoy la pareja, casada o no, está en el núcleo de la familia y esta vino al centro de la vida familiar al menguar el papel económico de la familia y convertirse el amor, o el amor más la atracción sexual, en la base de los lazos matrimoniales. Él dice que mientras que estadísticamente el matrimonio todavía es la condición normal para la mayoría de la gente, su significado ha cambiado totalmente. En la actualidad significa que una pareja está en una relación estable y puede, en efecto, promover esa estabilidad, pues hace una declaración pública de compromiso; sin ser necesariamente este -el matrimonio- el principal elemento definitorio de la pareja. Giddens dice que el matrimonio ya no es una institución económica, pero como compromiso ritual puede ayudar a estabilizar relaciones por otra parte frágiles y si esto se acepta para las relaciones heterosexuales debe valer también para las homosexuales.

     Al final de este capítulo Giddens se pregunta ¿Qué pasa con las zonas donde la familia tradicional permanece casi intacta, como en el ejemplo de China con el que comenzó? ¿Se volverán los cambios observados en Occidente más y más globales? Él responde que sí y cree que ahora mismo están ocurriendo estos cambios. Para Giddens la subsistencia de la familia tradicional -o de aspectos de ella- en muchas partes del mundo es más inquietante que su declive, ya que él se pregunta ¿cuáles son las fuerzas más importantes que promueven la democracia y el desarrollo económico en los países pobres? Dice que la igualdad y educación de la mujer, y por ende entonces se pregunta ¿qué debe cambiar para que esto sea posible? Responde cerrando, que sobre todo la familia tradicional.
bibliografía
Giddens, Anthony 2003 Un Mundo Desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas (traducido por Pedro Cifuentes), editorial Taurus, México, 65-79.

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