miércoles, 16 de junio de 2010

¿Existe una familia? Nuevas perspectivas en antropología.

Este artículo ha sido escrito por tres autoras. Ellas comienzan con una pregunta para argumentar que la mayoría de nuestras discusiones sobre “las familias” están nubladas por nociones inexploradas de cómo estas son realmente. Ellas argumentan que somos incapaces de apreciar la profunda importancia de lo que son las ideologías de relaciones intimas a través de las diferentes culturas

Este ensayo está dividido en tres secciones. La primera parte examina el significado de “La Familia” en las ciencias sociales a través del trabajo del trabajo de Bronislaw Malinowski quien de acuerdo a las autoras convenció a los científicos sociales de que La Familia era una institución humana universal. La segunda sección toma el trabajo de los científicos sociales y pensadores del siglo XIX a quienes Malinowski refutó, esto porque ya que ellas pretenden mostrar que Malinowski se equivocó al plantear a la Familia como institución humana universal, resulta importante explorar el trabajo de los pensadores que no cometieron estos mismos errores. Por último incursiona en las reflexiones “correctas” de los teóricos decimonónicos para mostrar algunas implicancias que puede tener entender La Familia, no como una institución concreta diseñada para satisfacer necesidades humanas universales sino más bien, como una construcción ideológica asociada al estado moderno.

En la primera parte de este ensayo ellas dicen que durante el siglo XIX –antes que Malinowski propusiera su concepto de familia- el debate en boga sobre todo con algunos exponentes de la evolución social argumentaban que los primitivos eran incapaces de tener familia ya que al ser sexualmente promiscuos los niños no podían reconocer a su padre, pero para 1913 Malinowski publica su libro The Family among the Australian Aborigines y el anterior debate acerca de si todas las sociedades tenían o no familias quedó sepultado. Para las autoras Malinowski más que haber agregado datos a una de las tendencias el libroki terminó con el debate sobre la universalidad de La Familia. En esta obra él al distinguir acto sexual de relaciones maritales, separó el comportamiento sexual de las cuestiones de La Familia, volviendo la evidencia de la promiscuidad sexual un hecho irrelevante para decidir acerca de la universalidad de La Familia. Por otra parte también argumentó que las relaciones maritales, y por lo tanto La Familia, debían ser universales ya que satisfacían una necesidad humana universal.

Malinowski en su intento de demostrar la existencia de familias entre los aborígenes australianos describió tres características de las familias que creía derivaban de la función universal de La Familia de “crianza” de los niños. En primer lugar dijo que las familias debían tener fronteras claras. En segundo lugar argumentó que las familias debían tener un lugar donde los miembros pudieran estar juntos y llevar a cabo las tareas que se asociaban al cuidado y la crianza de los niños, y finalmente argumentó que los miembros de La Familia sentían afecto los unos por los otros.

Para estas tres autoras el libro de Malinowski sobre los aborígenes australianos dio a los científicos sociales un concepto de familia que consistía en una función universal, la “crianza” de los niños. De acuerdo a lo que ellas exponen este concepto estaba montado en

1) un conjunto definido de personas que se reconocían entre ellas y se distinguían de otros conjuntos similares;

2) un espacio físico definido, un fuego y un hogar; y

3) un conjunto particular de emociones, cariño familiar.

Este concepto de La Familia como una institución para la “crianza” de los niños según lo señalan las autoras probablemente ha sido duradera porque el cuidado de los niños parece ser la función principal de La Familia en las modernas sociedades industriales.

Las autoras de este ensayo no son evidentemente funcionalistas, de hecho ellas hacen una crítica al concepto de Malinowski a través de una crítica al funcionalismo, ellas lo dicen así:

“…el error en el razonamiento de Malinowski es el mismo que se encuentra en todo análisis funcionalista: que una institución social parezca desarrollar una función necesaria no quiere decir ni que la función no se llevaría a cabo si la institución no existiese, ni que la función sea responsable de la existencia de esta institución…” (Collier, Rosaldo, Yanagisako, 5: 1997)

La segunda parte de este ensayo como ya bien lo mencionaba toma a los científicos sociales como protagonistas, pero esta vez toma el trabajo de los pensadores del siglo XIX a quienes Malinowski refutó. El propósito de las autoras es que ya que se proponen mostrar, que Malinowski se equivocó al plantear la Familia como institución humana universal, es importante explorar el trabajo de los pensadores que no cometieron estos mismos errores. Para las autoras el concepto de familia que construyó Malinowski después de una reconsideración de la evidencia etnográfica disponible sugiere que es más problemática de lo que un ingenuo observador podría pensar. Para ellas si lo que queremos es entender mejor la naturaleza de “La Familia” en el presente, se hace necesario explorar dos cuestiones importantes: la primera de ellas es por qué tantos pensadores sociales continúan creyendo en La Familia, como una institución universal; y la segunda consiste en explorar si la tradición antropológica nos ofrece alguna alternativa a la visión “natural y necesaria” de las familias. Para ellas solo examinando ambas cuestiones y a profundidad seremos capaces de sugerir “nuevas perspectivas antropológicas” para La Familia en el presente.

La tesis central de esta segunda parte para ellas es que si bien la mayoría de los científicos sociales modernos heredaron los prejuicios victorianos que tienden hacia una perspectiva que unifica a la mujer y La Familia con un conjunto aparentemente inmutables de necesidades biológicamente dadas, se ha sin embargo, fracasado en considerar una pequeña área en la cual los evolucionistas victorianos no se equivocaron, y es que ellos entendieron que las familias -como las religiones, las economías, los gobiernos o las leyes-, no son inmodificables sino el producto de variadas formas sociales, y que las relaciones entre los esposos y entre los padres y sus pequeños hijos pueden ser de diferentes maneras en los diferentes ordenes sociales; si bien los escritores del siglo XIX se formaron una concepción totalmente errónea de la sociedad primitiva, estaban en lo correcto al insistir en que La Familia, en su sentido moderno - una unidad biológica y legalmente definida, asociada a la propiedad, la autosuficiencia, con el afecto y el espacio “dentro” del hogar- es algo que emerge no en las cuevas de la Edad de Piedra sino en las formas sociales del complejo gobierno del Estado.

En pocas palabras, lo que los victorianos reconocieron es que la vida social humana ha variado en su forma “moral” - “cultural” o “ideológica”- y que hacer familias es algo más que hacer bebes. Ellos comprendieron que las familias no existen en todas partes, es una unidad moral e ideológica que no aparece universalmente sino en ordenes sociales particulares.

Por último ellas incursiona en las reflexiones correctas –según sus palabras- de los teóricos decimonónicos para mostrar algunas implicancias que puede tener entender La Familia, no como una institución concreta diseñada para satisfacer necesidades humanas universales, sino más bien como una construcción ideológica asociada al estado moderno. En Si lo que ellas expresan al final de este ensayo es que la comprensión de que La Familia no como una “cosa” concreta que satisface “necesidades” concretas, sino más bien una construcción ideológica con implicaciones morales, puede hacer posible un análisis más refinado del cambio histórico en La Familia americana y occidental, que el que se ha heredado de los funcionalistas; en ellos la Familia y sus miembros constitutivos se “adaptan” para satisfacer requerimientos funcionales creados por la industrialización de la producción. Para estas autoras una vez que comencemos a ver a La Familia como una unidad ideológica, y le prestemos el mismo respeto que a cualquier estatuto moral, podremos empezar a develar el más complejo proceso dialéctico a través del cual las relaciones familiares y La Familia, como construcción, se transformaron mutuamente, y se podrá examinar la forma en que las personas y las instituciones estatales actuaron, y no sólo reaccionaron, asignando a grupos de parentesco ciertas funciones de las que se los responsabilizo legalmente.

Bibliografía
Jane Collier Michelle Z. Rosaldo Sylvia Yanagisako. ¿Existe una familia? Nuevas perspectivas en antropología.

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